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Tengo una
biblioteca de la que me siento orgulloso, en particular de los libros de Poesía,
algunos de Música… Hay serias ausencias en Filosofía e Historia. Pero con un
grupo en particular, tal vez la mayoría de las veces, es que recaigo en el
vicio sensual del “ojeo”. Y es en los manuales. Tapicería, Trabajos en cuero, Construcción
de Chimeneas, Tipografía y Linotipia… Almanaques del Banco de Seguros del
Estado. Mis favoritos: el “Restauración de Muebles Antiguos” de Leslie Wenn
(1976) y el “Recetario Doméstico con
6690 recetas prácticas” de Ghersi y Castoldi (1934).
Una especie de
voyeurismo me lleva a leer esas indicaciones más o menos precisas sobre cómo
acercarse a la cosa en cuestión, como tomar las herramientas, el cuidado y la
paciencia… De allí al salto práctico: he visitado la albañilería, la sanitaria,
la temida electricidad como un turista inquieto y con no pocos resultados
satisfactorios…
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Para los hijos
de la educación vareliana, los oficios son un misterio, y más aún, un tabú. Todavía recuerdo los casos en que en
la escuela, para el que era considerado un mal estudiante, “mandarlo a la UTU”
era un híbrido entre la solución y el castigo. Quién sabe cuántos casos de déficit
atencional, dislexia o hiperactividad fueron diagnosticados torpemente como “burrismo”,
y a cuántos niños se les cortaron las posibles vocaciones antes de tiempo. ¿A cuánta
ingeniera, a cuánto filósofo se les habrá puesto una herramienta entre las
manos a la fuerza, y habrá abandonado también ese camino?
En
contrapartida, y como reacción, parece que después el sólo hecho de sugerir el
estudio de un trabajo manual se convirtió rápidamente en un insulto a la inteligencia de niñas, niños
y adolescentes. En una mezcla de complejos de “M´hijo el Dotor” y “La educación
para el mañana de la informática”, pasó a ser una ofensa siquiera ver en los
gestos de una niña o un niño la
posibilidad de talentosos carpinteros, mecánicos, estilistas… Como de
costumbre, se viró desde una tendencia a la otra, extrema, siempre basándose en
la estigmatización de los Oficios. Así es
que vemos hoy los Bachilleratos Liceales (no técnicos) de todas las
orientaciones llenos de estudiantes que disfrutan pocas o ninguna asignatura
por ser en su mayoría un saber teórico, y que tampoco han conocido la posibilidad
y el placer de las labores manuales. ¿A cuánta electricista, a cuánto panadero,
se le niega el derecho a ser feliz?
Cabe
preguntarse el por qué de esta dicotomía entre el conocimiento teórico y el
práctico-técnico. Ya en la Antigüedad se distinguía entre los términos Ciencia
y Arte, pero con significados distintos
a los actuales. Ciencia (Scientia) se entendía como Conocimiento, fundamentalmente
teórico, mientras que Artes (Ars) eran
las técnicas mayoritariamente manuales en donde se trabajaba la materia. De
hecho, para los griegos Hefesto, el único Dios que trabajaba, era feo, cojo y
cornudo, objeto de burla de todos los aristócratas olímpicos. No obstante esto,
fue el fabricante de todos los artificios que usaban.
Si bien los oficios
tradicionales en la Edad Media fueron reconocidos, admirados y muchas veces
bien remunerados, es en el Renacimiento
donde se comienza a repensar el carácter hondamente Intelectual que tienen las
Artes. Se empieza a usar la moderna acepción de Artista, puesto que eso eran
Durero y Leonardo, por ejemplo: hombres de oficio, que habían empezado a poner
su impronta original en las obras. Por otro lado, estos técnicos humanistas establecen,
según José Babini, una nueva relación con la Naturaleza, que también originaría
el conocimiento científico
“La ciencia experimental, clave de la revolución científica se ha
revelado como una notable combinación de razonamiento y experimentación, como
una simbiosis de mano y mente, en la que, sin duda, influyeron los progresos que
las artesanías y las artes manuales lograron durante los últimos tiempos
medievales, al enaltecer el valor de la mano, la misma que el científico
utilizará en sus experimentaciones.
Por otro lado, la nueva relación que el hombre establece con la
naturaleza muestra una vinculación más de la ciencia moderna con la técnica.
Esa nueva relación puede definirse, por parte del hombre, como un afán de
penetración de la naturaleza con los ojos, con las manos, con la mente (…)” (1)
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Quiero
para terminar, revisar las antropogonías: Para el Popol Vuh, el libro sagrado de los Mayas, los seres humanos
fuimos modelados a partir del maíz. Los nórdicos creían en hombres y mujeres
primigenios cuya materia base fue la madera. Los hebreos y los cristianos
pensaron un Dios que nos creó a partir del barro. La especie humana sería entonces producto
de un Ars, creados a partir de Materia Prima del Universo, por manos Divinas.
Individualizados, distintos al Universo del que provenimos.
Para muchas
religiones orientales, seres humanos y Universo son la misma cosa, hay una ilusión de
separación porque todo es el sueño de un Dios. Reunirse con el Universo es Disolverse, dejar de ser uno mismo.
Para
Occidente, por el contrario, el ser humano nunca vuelve a fundirse con la
Divinidad. A lo sumo si lo merece, quedará en el Tras Mundo contemplándola. Se
me ocurre que fuera de lo místico, a cada hombre y mujer les ha de ser prácticamente imposible
reconectarse, si no es retribuyendo mediante otra acción física creativa, es
decir haciendo con sus manos. Trabajar
con las manos es reapropiarse de lo ajeno, unificarme con lo que hago.
Es el encuentro del yo con lo otro
que no soy yo, la materia, y por ende, con el resto del Universo del que nos sabemos inconsolablemente separados.
Horacio Botta
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(1)
José
Babini: Leonardo y los técnicos del
Renacimiento. CEAL 1969
.
Tu ensayo me resulta especialmente pertinente. Mi esposa tiene dos hijos--a quienes quiero como si fueran mìos, claro. Uno de ellos economista y escritor--se está vendiendo bien su primera novela. El segundo, carpintero, luchador y tamborilero. Ambos felices y realizados.
ResponderEliminarBueno aquí estoy, esta cuestión desde larga data me viene acusiando en varias formas, de primera y más evidente tengo cada año alguna alumna mujer que repite o tiene un pasaje bastante escabroso por el liceo porque específicamente su madre no l deja entrar a la utu para hacer mecánica. me parece que la cuestión no amerita más comentrios. por otro lado creo que yo mismo soy un prisionero de el estigma que supieron cultivar en la nobleza china en su época de esplendor, el mandarín solía dejarse las uñas extremadamente largas para demostrar que no necesitaba hacer ninguna tarea maual. Hace poco intenté fabricar una flauta traversa en re de caña, todo el preámbulo de búsqueda de medidas diámetros etc. fue bastante interesante, pero llegado el momento de hacer con las manos, las primeras frustaciones postergaron el proyecto por necesidades domésticas más urgentes, y asi quedó archivado. sabiendo que era un trabajo que al menos parcialmente tenía un gran componente de ensayo y error, es decir de autocorrección, emocionalmente me autoboicotié para no poder tener la satisfacción de lograr el proyecto. en un futuro más o menos cercano tengo muchas ganas de poder encarar la fabricación de instrumentos de forma más seria, a través de violería o algo similar, de verdad me apasionan los instrumentos, tiendo a ser comprador compulsivo de instrumentos y no los dejo archivados sino que mientras el tiempo me lo permite tengo períodos donde toco uno u otro, pero la custión sigue siendo la misma, hasta donde llegará mi capacidad de tolerar la frustración cuando despues de pulir, lijar, cepillar un mástil no afine bien y note que la misma versión pero en chino del instrumento la pueda sacar en comodas cuotas financiadas con mi trabajo que solo se basa en pensar y hablar.
ResponderEliminarAntes que nada saludar, y disfrutar de compartir... Mi opinión es corta básicamente. La educación de hoy termina con el gran generador de pensamiento, conocimiento; La capacidad de asombro y la espontaneidad son seriamente aniquiladas por estás estructuras que bien arriba describís... Como resultado perdemos el rumbo que gratamente reza la parábola del duende y la felicidad que de manera reducida sería "En el comienzo de los tiempos el duende se entera que el hombre será "creado", y como duende decide tenderle una broma. Se reúnen en asamblea, pensando que hacer. Deciden tomar la felicidad y esconderla. Discuten... Muchos opinan en planetas lejanos, pero el Hombre en algún momento llegará, otros bajo el agua profunda pero saben que el Hombre se rebuscará. Un sabio duende levanta la mano y dice... "Debemos esconderlo en un lugar donde sabemos que el Hombre, por el camino que decidió recorrer nadie jamás lo encontrará... Opino que sea dentro de ellos mismos..." " Esto parece decir que el secreto está en uno, la magia tal parece debe generarse ahí.
ResponderEliminar¡Muy bueno, Horacio!
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