sábado, 24 de agosto de 2013

Pesos Ligeros: Exposición de Oscar Umpiérrez y Marcial Patrone en "La Pasionaria"

Este Sábado 24 de Agosto se inauguró la Exposición “Pesos Ligeros: Diez años de Grandes Éxitos” de los Artístas Plásticos Oscar Umpiérrez y Marcial Patrone. Aquí van unas palabras sobre la experiencia. También dialogo con la reseña que hace Rafael Juárez Sarasqueta en el folleto.

Diseño de folleto: Nacha Valenti.



Oscar Umpiérrez

Al caracterizar Rafael Juárez Sarasqueta a las piezas de Oscar Umpiérrez, entre otros conceptos habla de “rasgos simpáticos”, “carácter lúdico” y “piezas de humor ambiguo”. Coincido. De hecho, mi primera sensación fue de humor y ternura. Y a poco tiempo de haber leído ese ensayo magnífico de Bergson que es “La Risa”, me es obligatorio citarlo:

“No hay comicidad fuera de lo propiamente humano. Un paisaje podrá ser hermoso, armonioso, sublime, pero nunca risible. Nos reiremos de un animal, pero porque habremos descubierto en él una actitud de hombre o una expresión humana”  (Trad. Rafael Blanco)

Son piezas en donde la base de adoquines de granito se une a zapatitos de plomo o de madera, cepillos,  piezas de bronce, para conformar un resultado “humanoide”, y la dimensión pequeña, así como la proporción caricaturesca, pueden explicar esa primera reacción humorística.

Pero estas esculturas pueden ser, como afirma Juárez Sarasqueta, también inquietantes. Siniestras, diría yo, casi al modo Freudiano, en ese sentido de lo siniestro como la instancia en donde se interceptan dos dimensiones de lo conocido, y colisionan en la percepción del espectador. Y se debe a la misma razón por la que despiertan humor y ternura: porque hay algo de humano, generalmente un atributo con una fuerte carga simbólica (dichos pies, escudos, cresta, moñas, dientes) que si bien obviamente conforman con los adoquines las piezas terminadas, también sugieren un proceso cristalizado: ¿qué hacen estas extremidades, aquel peinado, saliendo, aflorando de la piedra? ¿O son acaso transformaciones de la piedra misma?

Juárez Sarasqueta relaciona el plomo de los implantes con la Alquimia. Por otro camino, también pude acercarme a cierta interpretación esotérica. En principio, las esculturas me recuerdan al Arquetipo del Gnomo: no sólo por su tamaño y sus zapatos como de cuento, sino que la Piedra misma es atributo de los elementales de la Tierra. Estos seres mitológicos son representados muchas veces como mineros laboriosos, en contacto con la materia prima, simple, básica, sólida, una potencialidad patente, como la de estos adoquines que parecen estar en proceso de trasmutación hacia la personita. Y si de Elementales y Elementos hablamos, el calzado funciona por metonimia, como contacto e imagen de la Tierra (recuerdo a Anteo, el Gigante que perdía su fuerza al ser despegado del suelo).

 Sin embargo las esculturas de Umpiérrez, puestas en conjunto, no están en sociedad de gnomos mineros: sus “roles” son modernos, desde un “Sheriff, Sheriff” (Donde el nombre y la “postura” de piernas abiertas a lo John Wayne se unen al Escudo Nacional, interpelando nuestra propia relación con la autoridad policial) hasta “El último Punky” con su cresta característica; algunos con mascotas, otros enseñoreándose a partir de sus zapatones (“El Jefe”). Otros, incluso, al borde del abismo…


"El petiso de traje a rayas al borde del abismo" Oscar Umpiérrez


Marcial Patrone

¿Cómo explicar la calidez afectiva, al tiempo que húmeda, que transmite la obra de Patrone? Creo que en primer lugar hay que aludir a la memoria y a la materia. Personalmente, tengo una memoria del esmaltado, y no soy el único. Todavía en uso en casas de tías y abuelas, los objetos de hierro esmaltado eran paulatinamente sustituidos cuando yo era niño, por plásticos y aleaciones, y se empezaban a transformar en recuerdo vivo. Con esa idea del paso del tiempo contribuye la labor de este artista. Transcribo parte del texto de Juárez Sarasqueta:

 “Objetos anónimos, fabricados en serie, que adquieren una extraña capacidad de evocación (…) Con cada golpe certero que (Patrone) da sobre el metal, con cada uso que hace con la sierra; actuando a veces como el brazo poderoso del tiempo que aplasta o tuerce o ejerciendo sólo la presión necesaria para obtener un pliegue delicado, va dotando a cada pieza de nuevos significados, de una nueva encarnación.” (El resaltado es mío)

¿Y qué es lo que evocan estos objetos transformados, puestos al descubierto en su esencia material? Pues precisamente, los usos para los que fueron creados: las actividades húmedas del ser humano. Beber, cocinar, lavarse la cara. Lo cotidiano, sí, pero en el ámbito de lo doméstico.

Quiero, sin embargo, volver a señalar que en la obra de Patrone la evocación no parte de los objetos en estado puro. Muy lejos del Ready – Made, dichos objetos solamente se adivinan a partir de la materia prima, reunificada ahora en escultura. Y al mismo tiempo, a partir de formas que el artista se dedica magníficamente a reinterpretar, respetando armonías originales de un jarro o un pico de caldera para obtener nuevas expresiones.

Me he centrado en el uso del hierro esmaltado, para poder justipreciar su relación con la madera o con objetos. Estos, con sus colores naturales, o bien con pinturas desgastadas, en consonancia con las tonalidades del esmalte, funcionan como obra y como soporte. (Lo cual señala la importancia que da el artista a la relación orgánica entre ambos)

En suma, Marcial Patrone tiene una capacidad enorme para lograr lo que los estetas llaman “el extrañamiento”, es decir, generar un efecto mediante el cual lo conocido se vuelve desconocido. Por esta razón, se puede apreciar la forma, con una menor contaminación de los contenidos. La obra de Patrone se disfruta por etapas: la forma cuasi abstracta, el color, el material que en labor cuidada junto con dicha forma, genera la evocación del objeto.

"Dual". Marcial Patrone.


El espacio

Con una selección cuidadosa, la obra de los autores dialogaba muy bien entre sí. De Patrone, fueron elegidas obras, de las que quedó en evidencia  la pictoricidad,  al ser presentadas en las paredes. En contraste con las obras de Umpiérrez, de las que se abstraía la forma geométrica del cubo (cuerpo tridimensional si los hay), las de Patrone, que en otra presentación (por ejemplo, al lado de óleos) hubieran sido vistas desde el principio como piezas escultóricas, aquí dejaban en evidencia un posible primer acercamiento bidimensional, a la manera de cuadros.

La Pasionaria Universo creativo ofreció un espacio ideal, cálido a la vez que cómodo. La Exposición continúa hasta el 1º de octubre, de Lunes a Viernes de 10 a 18 horas, y los sábados de 11 a 17 hs. La dirección de La Pasionaria (donde hay un precioso café, se pueden comprar libros y artículos de diseño), se encuentra en Reconquista 587


                                                                         Horacio Botta
                         
                                                                           24 / 8 / 2013

jueves, 18 de julio de 2013

Un poema de Sexto Propercio

Conocí a Sexto Propercio (aprox. 50 A.C. - 15 A.C.) a partir de las lecturas de otro poeta, el polémico y fundamental Ezra Pound, quien en su juventud había traducido muy libremente algunos poemas del latino. A raíz de eso, el nombre de Propercio se me quedó en la memoria, como una referencia inquietante: si Pound lo había traducido, si habló de él en tantos textos críticos, algo habría de valioso o al menos de novedoso para un lector de poesía. Lo antiguo, cuando es bueno, suele tener la capacidad de resultar siempre una sorpresa.

Una tarde temprana, Propercio me encontró como deben hacerlo las cosas que uno realmente desea conocer: de sorpresa, en una mesa de la Feria de Tristán Narvaja, un ejemplar algo gastado de las Elegías Completas me esperaba. En el ómnibus de vuelta empecé a devorarlo y creo haber leído tres de los cuatro Libros que componían el volumen para la noche.

Es claro, como apuré ese encuentro, por descuidado no encontré lo que buscaba. Además, Propercio puede resultar, por sus figuradas referencias mitológicas, bastante complicado de leer, porque obliga a recurrir a las notas a pie de página varias veces por poema. Esto puede hacer a la lectura (no a los poemas mismos) un ejercicio tedioso y desalentador.

Por otra parte, la temática de Propercio es mayoritariamente amorosa, en el estilo clásico del Amador que busca la retribución del Ser Amado. Esto también puede hacerlo poco atractivo, en este tiempo en donde la inmensa mayoría de la gente piensa que la Poesía es la traducción en versos del Amor, (porque no leen poesía), y en donde los lectores asiduos del género (que suelen ser, a su vez, poetas) reniegan del carácter sentimental por considerarlo cursi y vulgar.

Con esa primera decepción, igual tuve que ser fiel a un principio que tengo desde hace años: si algunos dicen que es “Importante”, algo de Importante ha de tener. Sé que esta afirmación puede sonar conservadora y hasta reaccionaria, pero gracias a esta confianza  fue que conocí a Led Zeppelin, a Julio Herrera y Reissig y a Charles Bukowski, por nombrar sólo a algunos.

Así que empecé una lectura más cuidadosa. Al principio, no noté demasiada diferencia, aunque aprecié mejor la calidad de los poemas. Hasta que llegué a un poema, aparentemente igual al resto, pero que en sus versos finales fue un golpe que me despertó.

Se trata de la Elegía V, del Segundo Libro. Comienza con un reproche a la mujer Amada, Cintia, destinataria de casi todos los poemas amorosos. Aquí, los primeros versos son una interrogación culpabilizante, para después pasar a la exclamación y la amenaza de abandono:


¿Es verdad, Cintia, que en toda Roma eres difamada
y que vives en conocida lascivia?
¿Merecí esperar esto? Pérfida, me las pagarás,
y el viento, Cintia, me llevará a alguna parte.


En los versos siguientes, el reproche se vuelve inmaduro. Es la promesa de que, entre todas las mujeres mentirosas, va a aparecer una mujer valiosa, obviamente imaginaria, que va a apreciar lo que el enamorado tiene para dar: Fama a través del Canto, la Poesía.


Hallaré, sin embargo, de entre muchas falaces,
Una que por nuestro canto quiera hacerse famosa
Y no me ofenda con duras maneras y te provoque enojo


Luego, el despechado recapacita, reconoce que el dolor es reciente, que es momento de apartarse, y alecciona a Cintia para que se cuide de “dañarse a causa de su arrogancia”.
Finalmente, en lo que es el Clímax dela composición, el poeta desarrolla magistralmente cuál será su “castigo” real a la Amada, empezando por decir lo que no va a hacer:


no te desgarraré los vestidos de tu cuerpo perjuro
ni mi ira rompería tus puertas cerradas,
ni airado osaría arrancarte tus cabellos trenzados
ni dañarte con duras manos:
Que algún violento, cuyas cabeza no ciñeron las hiedras,
Busque estos combates tan torpes.


Pero no es el amor o el sentido común lo que impide ejercer la violencia al enamorado. Con cierta soberbia, considera que estas represalias son torpes, indignas de un poeta cuya cabeza fue ceñida por las hiedras como reconocimiento de su arte. Por tanto, el Propercio del poema decide el castigo del que su talento lo hace capaz, y que se vuelve aún más duro:


Entre tanto, escribiré algo que el resto de tu vida nunca podrá borrar:
“Cintia, poderosa en su belleza; Cintia, débil en palabras.”
Créeme, aunque desprecies las murmuraciones de la fama,
Este verso, Cintia, te hará palidecer.

                                                                           
El desquite de Propercio no es, como puede parecer a primera vista, inmortalizar a Cintia como una persona “Bella aunque tonta”, usando la fama a la que había hecho alusión antes (cuando decía que otra hipotética mujer sí la iba a apreciar). El desquite es, conceptualmente, mucho más profundo. Consiste en hacer lo que está haciendo desde el inicio: transformar a la Cintia “real” en Literatura, al punto que hoy la única Cintia que conocemos es la que construyó Propercio en sus poemas. Su arma es el lenguaje. Y esto nos muestra a  un artífice tremendamente lúcido, consciente de que la palabra poética, aunque en primera instancia parece “revelar” una verdad transmitiendo un contenido, en realidad está construyendo una nueva verdad.

Esto tal vez a algunos les puede resultar evidente. Sin embargo, aunque no obvia, siempre hay tensión entre Lenguaje y Contenidos a transmitir. El conflicto entre el deseo de los hablantes de ser comprendidos, de “estar presentes” en lo que dicen, y la capacidad real del medio lingüístico para permitirlo, aún no está resuelto. En un extremo, está la afirmación de que los contenidos son intransmisibles, y puede terminar en una angustiosa resignación a la incomunicación, el pensamiento de la Inefabilidad propio de los Románticos.

Mientras tanto, y sin ánimo alguno de solucionar dicho conflicto, resalto el hallazgo de unos versos que demuestran la claridad poética de Propercio, capaz de expresar que el Lenguaje construye una realidad específica (y que Decir, es un Hacer), y celebro también la posibilidad sorprendente del Latino de  interpelarnos como si fuésemos contemporáneos.



                                                                                                              Horacio Botta
                
                                                                                             Montevideo 18/ 7/ 2013







“Propercio y Cintia” (circa 1815), por Auguste Vinchon (1789 – 1855)

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Referencias:

Sexto Propercio “Elegías Completas”. Alianza Editorial. 
Traducción de Hugo Francisco Bauzá.(Utilicé esta traducción para todas las               citas)

Enlace a algunas obras del poeta, en Clásicos Grecolatinos

Enlace a los originales en Latín:




lunes, 8 de julio de 2013

De mano en mano

Agradezco a Guillermo Lamolle por revisar este artículo

1

Aproximadamente en 1340, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, da por terminada su única obra: “El Libro de Buen Amor”. En la línea de los poemas de técnica clerical (técnica letrada o “Mester de Clerecía”), este libro contiene decenas de composiciones en donde se mezcla el humor, un sentido proto-picaresco y el erotismo, con cantos religiosos, lamentaciones desgarradoras acerca de la muerte y Loores a Santa María.


Los asuntos, fábulas, temas que se tratan no son en sí originales, encontrándose fácilmente fuentes autorales clásicas como Ovidio y Esopo. Es que cuando Juan Ruiz vivía, la autoridad intelectual de las obras literarias no era una discusión. Se escribía y re escribía una misma historia, como prueba el hecho de que relatos cuya presencia se puede rastrear en las “Mil y una noches” (y aún más atrás), hayan sido reformulados por importantes compiladores y autores medievales como Alfonso X El Sabio, su sobrino Don Joam Manuel, Bocaccio o Geoffrey Chaucer. En estos casos, donde incluimos a Juan Ruiz, no se cuestiona la autoría, y no se puede hablar de plagio en el sentido actual del término. 



Retrato póstumo de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita.
(Página del Ayuntamiento de Hita)



Paco Ibáñez cantando “Lo que puede el Dinero”, de Juan Ruiz, en castellano moderno.

Paco Ibáñez cantando “Aristóteles lo dijo”, también de Ruiz.

Página oficial del Ayuntamiento de Hita


2

Me contaba un tío que toca la batería, que era lógico que en la década del sesenta hubiera tantas bandas de rock. No lo atribuía, como se hace frecuentemente, a la rebeldía de la época, sino a un hecho específico, “En cada cuadra tenías a alguien que tocaba la guitarra, el bajo o la batería” Aunque pueda sonar algo exagerado (hablaba mi tío, claro…), el apuntaba a las condiciones necesarias para la formación y el auge de aquellas bandas: la capacidad real, material en cuanto a habilidad, de hacer sonar un instrumento musical. A esto le añado el aprendizaje del acordeón y el bandoneón (hoy casi olvidados en Montevideo), y algo que yo mismo viví en mi infancia: la importancia del canto en reuniones familiares y vecinales (donde no había “músicos profesionales”). 

Hoy en día, por razones laborales, me he enfrentado muchas veces a la situación de estar con adolescentes y una guitarra, que como puedo, toco. Y es muy, muy difícil convencer a muchachas y muchachos de participar en una instancia de canto colectivo. La razón que suelen dar es que “no saben cantar” y que “sienten vergüenza”. Y frente a la pregunta “¿Cómo es que sabés que no cantás bien? ¿Quién te dijo eso?” la respuesta suele ser “Nadie. ¡Si nunca canté!”. Con mucho esfuerzo y cuidado de no herir sensibilidades, he tratado y finalmente he logrado escuchar varias voces de adolescentes que en general, no desafinan, incluso pueden tener un hermoso timbre de voz y ser muy expresivos. En general, los que desafinan más son los que quieren elevar floreos a lo Cristina Aguilera o Justin Bieber, y tanto y tan sin autenticidad que rápidamente se caen. (1)

Lo que sucede aquí es que hay un auto convencimiento previo, o mejor dicho, una frustración previa, en donde se supone que el canto es algo propio de “los famosos”, las “estrellas”. No creo en los chivos expiatorios, pero no se sabe aún cuánto mal le ha hecho a los posibles intérpretes la imagen que dan los “Cantando por un Sueño”, en donde para poder cantar hay que ser una persona escandalosa,  supuestamente "sexy", e intentar tener la voz de Ella Fitzgerald pesando 45 kilos… (2)

El Canto como Acto Colectivo va más allá de la juventud de post-dictadura cantando canciones populares. Implica un aprendizaje familiar, un aprecio por el arte de la voz en tanto posibilidad de todos sin excepción. Porque si bien siempre ha habido músicos especializados, con el respeto más o menos merecido según su estatus, también es cierto que siempre ha habido gente aficionada que acompañara y contribuyera al hecho artístico. Nadie habla aquí de esa mentira mediática del “éxito”: hablo de un Ritual Expresivo, que existió en la mayoría de las Sociedades y que creo, por estos lares está tendiendo a desaparecer.

3

Los Romances, coplas, letrillas, refranes y canciones pre-modernos son en su mayoría  anónimos. Los juglares (en la Península ibérica), minnesinger (en lo que hoy es Alemania) y otros músicos ambulantes tomaban composiciones que en algún caso tenían autores conocidos, y los interpretaban en plazas y ferias. Frente a  públicos heterogéneos, un buen artista tenía que desarrollar el sentido de la oportunidad: si la audiencia estaba compuesta por muchos niños, prolongaba las partes épicas y heroicas del poema, si había jovencitos, las partes líricas y amorosas eran motivos de atención y por lo tanto se le añadían versos; en caso de cantar en una taberna, no sería raro que el humor "verde" apareciera. De allí, es natural que los poemas y canciones fueran mutando, llegando a diversas versiones, rara vez definitivas, pero en las que se puede ver el trabajo del público no sólo como influencia, sino como Autor.(3)

Los juglares, en cuanto artistas necesitados del público para darle existencia a su obra, están estrechamente vinculados al origen del teatro, cuando no coincidían actor y músico en la misma persona.


Juglares. Ilustración de las “Cantigas” de Alfonso el Sabio.


La noción  confusa de “autoría”, en cuanto a reformulación de un mismo asunto, puede encontrarse hasta en el mismo Shakespeare, quien se basó en Crónicas Británicas y leyendas para escribir sus obras. Su originalidad radica en el estilo, palabra que viene del italiano stile, estilete para marcar. El estilo es la “marca personal” (4).

En el Renacimiento se empieza a hablar del “estilo” como huella de un individuo. No en vano en esta época escribe Montaigne sus célebres Ensayos, en donde afirma no querer decir “la Verdad” de los Tratados, sino “Su verdad” personal, sin estructura ni camino definidos.

Pero es entre el s XVIII y comienzos del XIX donde la Autoría se transforma en asunto fundamental. Hablamos del momento ideológico en que se vuelve tema central la persona y sus derechos.  El campo del Arte no es ajeno, y  la Corriente Romántica representó esa entronización del Individuo. La obra comienza a interpretarse más que nunca como una “prolongación” del artista, y la crítica empieza a centrarse en una idealizada Biografía de los Autores.

A mediados del 1800, aparece la figura del Artista Profesional, que pretende vivir de su obra. La imagen del Bohemio, tan vapuleada y despreciada, empezó a serlo por haber surgido en sociedades donde la Moral y el Modo de Vida Burgueses condenaban lo que consideraban “Ocio Improductivo”.  Y a principios del sXX, las Vanguardias Artísticas terminan de darle existencia al Autor como factor único y determinante del Arte. O dicho de otro modo, sin Autor, no existe Arte, puesto que Arte es lo que un Artista decide que lo sea. Aparece el “Ready Made” (“Ya hecho”), los objetos de uso de la vida cotidiana que, al ser firmados por el artista, se transformaban en Obras de Arte. Cuando Marcel Duchamp estampó su firma en un Urinario no fue, como a veces se piensa superficialmente, sólo para generar escándalo. El Acto en sí, era una Declaración de la Supremacía autoral.



“Fuente” Marcel Duchamp (1923)


                                                       4

Vivimos en una sociedad en donde el “Artista” está transformado en un Signo problemático. Es una medalla de dos caras: por un lado, está la idea del Artista como individuo inútil, no productivo, sujeto ocioso que no contribuye a la productividad. Por otro lado está la imagen del Artista exitoso, que aparece en los Medios y forma parte de la llamada “Farándula”.

Ninguna de estas caras dialoga amistosamente con la idea de Colectivo. Aclaremos: Colectivo y Popular son términos muy cargados, debido sin duda al “manoseo” del que han sido objeto, y probablemente porque no hay mucho consenso acerca de qué cosa es el pueblo. Tanta densidad  tienen estas palabras, que generan automáticamente sentimientos de adhesión o rechazo (hay quien quiere ser pueblo, hay quien dice trabajar para los colectivos, hay quien descalifica lo popular por vulgar, etc.). No soy antropólogo, pero en relación al Arte creo más bien en la idea de lo popular como aquello que es aceptado, y también modificado por un grupo relativamente extenso de individuos en una sociedad, grupo que puede trascender las separaciones en clases. Me interesa recalcar la posición activa del colectivo en la modificación del arte, porque a veces se justifican y se promueven formas de arte y cultura realmente deleznables, con el propósito político de fomentar lo supuestamente popular (cuando el propósito no es otro que la imposición de algunos productores y empresarios con el objetivo de vender, previo estudio de marketing).

Cuando lo colectivo trabaja, en cuanto a cultura se refiere, lo hace de forma incesante, incansable, Si un colectivo se apropia de una manifestación artística, inclusive conociendo la identidad del autor original, la obra se ve resignificada y por lo tanto, empieza a decir cosas nuevas.

El problema es que esto no es posible en una sociedad en donde grandes fuerzas como Productoras y Medios de Comunicación imponen la idea de que el Artista es un ser elegido por un Jurado (cuyas credenciales nunca son discutidas), en donde el Canto es un privilegio de algunos tocados por la Musa, en donde para Cantar, para Escribir, para Decir, es imprescindible ser transformado en "Estrella".

Tampoco un colectivo se apropia del arte si las redes internas de contacto (Familia, Amigos, Barrios) no se permiten compartir esos “decires”, porque no son válidos: los dice el de al lado, el otro cotidiano.


                                                     5

En “El Faro de Alejandría”, José Enrique Rodó sintetizó el afán de Gloria artística. Ptolomeo Ie encarga la construcción de dicho faro al mejor artista, Sóstrato. Terminada la obra espléndida, Ptolomeo le ordena grabar el nombre Real en la piedra, y Sóstrato, con auténtico terror al olvido  “compuso para la lápida de mármol una falsa superficie, y sobre ella extendió la inscripción que recordaba a Tolomeo; pero debajo en la entraña dura y luciente de la piedra, grabó su propio nombre” (5)

Lo que deseaba el Sóstrato de Rodó era el recuerdo en la posteridad, la persistencia en el tiempo. Reclamaba para sí sus Derechos de Autor,  contraviniendo los de su “Productor”.

 En Uruguay, se pretende extender los plazos a 70 años para los Derechos de Autor. Guillermo Lamolle ha escrito claramente a este respecto en "La Diaria".(6). Veamos: actualmente el plazo es de 50 años. Uruguay está suscrito al  Tratado de la OMPI que plantea un plazo “no menor a 50 años”.(7) :


Artículo 17 del Tratado de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual

Duración de la protección
1)
La duración de la protección concedida a los artistas intérpretes o ejecutantes en virtud del presente Tratado no podrá ser inferior a 50 años, contados a partir del final del año en el que la interpretación o ejecución fue fijada en un fonograma.
2)
La duración de la protección que se concederá a los productores de fonogramas en virtud del presente Tratado no podrá ser inferior a 50 años, contados a partir del final del año en el que se haya publicado el fonograma o, cuando tal publicación no haya tenido lugar dentro de los 50 años desde la fijación del fonograma, 50 años desde el final del año en el que se haya realizado la fijación.


 http://www.parlamento.gub.uy/htmlstat/pl/tratados/trat18253.htm

Ahora bien, en Uruguay la legislación sobre Derechos de Autor (Punto 1 del Artículo anterior) está dada por la Ley 9.739, de 1937 y las Modificaciones de la ley 17.616 de 2003.

http://www.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=09739&Anchor=

http://www.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=17616&Anchor=

 En este último, el plazo actual de Duración de los Derechos de Autor, a partir del fallecimiento del mismo,  para sus sucesores, pasa a ser de 50 años. El punto álgido aquí es que dicho derecho es "enajenable": 

"ARTÍCULO 2º.- El derecho de propiedad intelectual sobre las obras protegidas en esta ley comprende la facultad exclusiva del autor de enajenar, reproducir, distribuir, publicar, traducir, adaptar, transformar, comunicar o poner a disposición del público las mismas, en cualquier forma o procedimiento. (El resaltado es mío)

            Es decir que actualmente los sucesores de un autor pueden sacar provecho durante 50 años, en nuestro Código, a partir del fallecimiento del autor. Si esto ya es mucho para herederos como hijos o nietos (considerando el dicho de que el abuelo funda la empresa, el hijo la hace crecer y el nieto la funde), hay que tener en cuenta que los beneficiados pueden ser Empresas Discográficas, Editoriales, etc. Ahora se pretende estirar el plazo llegando a 70 años a partir del fallecimiento, antes de pasar al Dominio Público.

No discuto el Derecho del Autor a recibir regalías en vida, es un Derecho Humano reconocido Internacionalmente. Por el contrario, desde aquí adscribo a la necesidad de que se reconozcan los derechos laborales y la Previsión Social en vida de los autores. Pero si hablamos de aumentar el plazo a 70 años a partir del fallecimiento del autor, pensemos que si no son herederos lejanos, son los productores de fonogramas, como dice Lamolle, los que muchas veces adquirieron los Derechos de Autor. Esto conlleva que las empresas discográficas puedan seguir lucrando con una obra artística durante todo ese tiempo. Hay razones sencillas y de peso: están entrando al Dominio público (por producción y grabación) las obras producidas durante la Década del 60 (tal vez una de las más prolíficas del s XX), y comenzarán a caducar los Derechos de Autor de aquellos que fallecieron en esa y en las siguientes décadas. Es hacer cuentas: preguntémonos cuánta gente escucha hoy las grabaciones de Benny Goodman y cuántos las de los Jimmy Hendrix. También, cuánto aumenta el consumo de la producción de un artista a partir de su muerte. "¡Qué sponsor " Buscaglia dixit.

                                                    6

Confluyen hoy en la discusión varios factores ¿Cuál es el lugar del Autor, en una época en que la  información se puede compartir masivamente por Internet, legal e ilegalmente? ¿Cuál es el papel de los sucesores y de las Compañías que reproducen y distribuyen las copias? ¿Y cuáles sus obligaciones para con la Sociedad? ¿Es ético que 70 años después de la creación de un artista, continúe aquella siendo Propiedad Privada, como un auto o una casa? ¿No pertenecen las obras de esta índole a otra categoría? ¿Qué importancia tienen las producciones intelectuales artísticas al lado de otras cuya rentabilidad económica es mayor, como el Software?

¿Y qué posibilidades reales tienen las diversas colectividades de hacer suyo el arte, si por un lado no se estimula a nivel familiar y local, y si por otro las Grandes Productoras continúan creando el mito del artista inalcanzable, mientras usufructúan obras de más de medio siglo?

Vuelvo, para terminar, al comienzo, con las palabras de Juan Ruiz, quien escribe sobre el final del “Libro de Buen Amor”,(8) acerca de su obra

“Cualquier hombre que lo oiga, si bien trovar supiere
Puede más aquí añadir, y enmendar si quisiere
Ande de mano en mano a quien lo pidiere
Como pelota entre muchachas, tómelo quien pudiere

Pues es de Buen Amor, prestadlo con agrado
No desmientan su nombre, ni lo den desechado
No lo den por dineros vendido ni alquilado
Que no hay gusto, ni gracia, ni Buen Amor comprado.”





                                                                                     Horacio Botta
                                                                              
                                                                                     Montevideo, 8 de Julio de 2013 





“Laudista y flautista”(1640s) Mathias Stomer



(1)   Gracias a la influencia de la cantante pop Adele por su voz de Mezzo soprano natural y sin adornos innecesarios, esto de a poco se revierte.

(2)   En 2009, apareció la excepción que confirma la regla. En el show “Britain´s got Talent” la escocesa Susan Boyle, de 47 años, se presentó para ser primero objeto de “cinismo” (dicho por un miembro del jurado) y luego ser “la mayor sorpresa en tres años del show” (dicho por otro). Esta señora británica, gorda, vestida como ama de casa, cantó con una potencia y una calidad que hizo que al otro día se transformara en fenómeno mundial. ¿Por qué? Por eso, por ser una señora gorda, porque obviamente no encajaba en el canon de belleza que deben tener las estrellas. Rápidamente, Susan Boyle fue incorporada al establishment de las grandes compañías: actualmente Susan Boyle tiene un contrato con Sony, e incluso ya se la inmortalizó en el Museo de Cera de Madame Tussauds en Londres. ¿Quién puede culparla? Aunque esto es a mi entender, una manera de las grandes compañías de incorporar de un modo políticamente correcto, a la excepción, pareciendo mas “inclusivos”.
      Primera audición de Susan Boyle subtitulada:
       Página Oficial de Susan Boyle:
(3)   Roman Jakobson escribía, sobre la selectividad del arte popular: “Los contemporáneos pueden rechazar, o no aceptar, sólo algunos rasgos, peculiaridades formales, determinados motivos. El medio, en tales casos, conforma la obra y, una vez más, lo que él rechaza sencillamente no existe como hecho folklórico, queda fuera de uso y se extingue. (…) En una palabra, en el folklore perduran sólo aquellas formas que tienen carácter funcional para la comunidad dada.” “El folklore como forma específica de creación” (1929) en “Ensayos de Poética”. Fondo de Cultura Económica, 1986 

(4)   O como decía Roland Barthes : "Es la parte privada del ritual, él se eleva a partir de las profundidades míticas del escritor (...) El estilo es, propiamente, un fenómeno de orden germinativo, es la transmutación de un Humor" "El grado cero de la esritura" Ed. S XXI 


(5)   José Enrique Rodó “Motivos de Proteo” Cap 22. Barreiro y Ramos, 1956

(6)Artículo "No nos protejan más" de Guillermo Lamolle:

http://ladiaria.com.uy/articulo/2013/7/no-nos-protejan-mas/


Tratado de OMPI:




martes, 2 de julio de 2013

Léeme

1
Empecemos por hacer un esquema básico y clásico del Acto Comunicativo: Tenemos un Emisor que emite un Mensaje, y su destinatario es un Receptor. Por ejemplo, Ud. le propone a un amigo encontrarse a las 5 en la Plaza. Aquí, el Emisor es Usted, el Receptor es su amigo, y el Mensaje es, por ejemplo:  “Nos encontramos a las 5 en la plaza”.

¿Qué diferencia existe si la propuesta de encuentro se hace personalmente, por teléfono o por mensaje de texto?  La diferencia está en que cambia el Canal: al enviar el Mensaje, el Emisor necesita una “vía”, un camino, ya sea hablando presencialmente, por teléfono o enviando un mensaje de texto.

Ahora bien, ¿qué pasaría si el encuentro lo propone, digamos, hablando Inglés, y su amigo no habla el idioma? El mensaje no cumpliría su objetivo, porque para que exista Acto Comunicacional efectivo, es necesario que Emisor y Receptor compartan un Código.

Incluso podemos ser más sutiles: Si Ud, dice “Nos encontramos allá a la hora de siempre” y su amigo no sabe a qué se refiere con “allá”, ni cuál es “la hora de siempre” es muy probable que su amigo pida que se lo aclare. O dicho de otro modo, que aclare el Referente (a veces identificado con el Contexto)





Cuando hablamos y cuando escribimos cotidianamente, en la mayoría de los casos lo hacemos con la pretensión de decir algo (Mensaje) acerca de otro algo (Referente) a alguien (Destinatario). Obviamente, sucede muchas veces que la atención la ponemos en otras cosa que no son dicho referente. Por ejemplo, si decimos una metáfora novedosa o  un refrán, llamamos la atención sobre el Mensaje, y se genera lo que se llama Función Poética, que es lo que caracteriza a la Literatura. (1)




2


Alonso Quijano, el Hidalgo de Cervantes, vive una transformación personal que lo lleva a convertirse en Don Quijote. El narrador cuenta que su locura (2) acontece después de la lectura obsesiva de decenas de Libros de Caballerías.

"Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo" 
Miguel de Cervantes 
"Las aventuras del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Cap I


       Una de tantas interpretaciones posibles para esa demencia, tiene que ver con una confusión del Lector (el Destinatario) sobre el Mensaje: Los Libros creados entre otras cosas para deleitar y entretener con su forma y relato (Función Poética), son interpretados por Quijano como Mensajes que hablan de un Referente real (Caballeros Andantes, Princesas, Escuderos, Gigantes, Magos, etc.).

Esto lleva a Quijano a querer transformar tanto la realidad como a sí mismo, y lo hace “bautizándose” como Don Quijote de la Mancha, a su caballo enfermizo lo nombra “Rocinante” y a una muchacha de la que una vez anduvo enamorado (Aldonza Lorenzo) resuelve llamarla Dulcinea del Toboso. O sea que el personaje termina por usar el lenguaje de donde proviene su extravío para convertir la realidad en Ficción.



Don Quijote por Gustave Doré (1832 – 1883)



3


        “Cuando él leía  [Ambrosio, obispo de Milán], recorrían las páginas los ojos y el corazón profundizaba el sentido, pero la voz y la lengua descansaban. Muchas veces, estando nosotros presentes (…), le vimos leer así en silencio y jamás de otra manera. Y después de haber estado sentados largo rato sin decir nada --¿quién se hubiese atrevido a importunar a un hombre tan abstraído?”
San Agustín, Confesiones, México, Porrúa, 1982 (traducción de Francisco Montes de Oca) (Libro VI, Cap. 3).




San Ambrosio por Matthias Stomer (1600 – 1650)



          Este relato de San Agustín (354 – 430) se ha tomado varias veces para contar el hecho de que la lectura silenciosa es un asunto bastante reciente a nivel histórico. Recién se empieza a hacer común desde  finales del s XVIII o principios del s XIX, y esto aumenta con la creciente escolarización. Además, en la temprana Edad Media, las palabras no se escribían separadamente: había una Escritura Continua, que para adquirir significado debía “activarse” leyéndola como a una partitura. (3)

          O sea que la lectura era un acto que implicaba la voz. A esto hay que sumarle que en gran parte era una instancia colectiva. Podemos retomar el esquema anterior y decir que el Emisor era el autor del libro leído, el texto el Mensaje y el lector y los oyentes los Receptores, o incluso ir más allá y reconocer en el Lector un nuevo Emisor, en la medida en que se transformaba en Intermediario (Intérprete)  del Mensaje. Había consiguientes expresividad, gestualidad y ritmo que imprimía el lector, necesarios para que la audiencia escuchara adecuadamente el texto. (Y no hay que subestimar estos auditorios en su mayoría analfabetos: eran los mismos que disfrutaban de las obras teatrales de Lope de Vega, Calderón y Shakespeare).

          Expresividad, Gestualidad, Ritmo y un amplio etcétera: este ritual de la lectura colectiva,  conlleva un cuidado en la escucha, un tiempo de reflexión, el pudor de no interrumpir para cuestionar o celebrar el texto, interfiriendo así la recepción de los acompañantes.

4


           "Retirado y en la paz de estos desiertos/ Con pocos pero doctos libros juntos/ vivo en conversación con los difuntos/ y escucho con mis ojos a los muertos (...)" escribía el poeta Francisco de Quevedo en un célebre soneto. Quiero llamar la atención sobre algunos puntos.
En primer lugar, lo de "pocos" era efectivamente así. En el inventario que se hizo a la muerte de Quevedo se contaron menos de 200 libros, más casi 60 que por su letra manuscrita en los márgenes se sabe que leyó. (5)

           En segundo lugar, se elogia la calidad de los libros. Son pocos pero doctos. Ha habido un criterio de selectividad, del mismo modo que los editores, por razones diversas, también lo tuvieron.

            En tercer lugar, se habla de “conversación con los difuntos” y una “escucha con los ojos”. Evidentemente, no hay posibilidad de diálogo real, más que con lo que hay de escritura. Pero como dice Faber, el personaje de Ray Bradbury “Uno puede cerrarlos, decir “Espera un momento” Uno se siente Dios con los libros. (…) Los libros pueden ser atacados con razones” (6)

            Hablamos de tiempos en que se leía mucho, muchas veces, lo mismo. Eso generaba necesariamente un diálogo entre el lector y el  mensaje que se modificaba siempre, porque se transitaba la profundidad de la interpretación, en distintos niveles.




Hagamos un experimento: abra su página de Facebook. A la derecha, bajo los avisos publicitarios, verá un mapa cronológico de su “Biografía”.  Clickéelo hasta la fecha más antigua. Y ahora simplemente, dispóngase a leer sus “Estados”. Ud.  probablemente notará que se encuentra frente a frases incomprensibles, como escritas por otro. Es también probable que si ve esa misma frase en la página de Facebook de otra persona, tenga que pedirle una explicación para entender lo que quiso decir. ¿Cuál es el problema? El desconocimiento (en este caso por olvido) del Contexto en que fue escrita esa frase. Ud. Ignora el Referente.

Cuando ud. escribe o publica en Facebook o Twitter, es decir cuando es Emisor de un Mensaje en el extraño Canal que son las redes sociales ¿para quién lo hace? ¿Quién es el lector que espera como Receptor sus estados? ¿Sus amigos? ¿Sus contactos profesionales? ¿Y cuántos de estos potenciales receptores conocen  sus rutinas o su manera de poner a calentar el agua? ¿Con cuántos se tomó un café o una copa y discutió de deporte o política?

¿O escribe usted a manera de confesión o descarga emocional como en un diario íntimo?

No siempre recordamos que por más imágenes, emoticones o signos de exclamación que le adjuntemos, la frase  está escrita, pero no es una carta. Tiende a ser breve, pero sin el interlocutor (Receptor) presente, ni siquiera definido. Tiende a ser terminante pero sin los gestos, la entonación del Emisor. Tiende a hacer referencia a un Contexto desconocido. En suma arrojamos nuestra “declaración de estado”  a un espacio desconocido. Un mensaje abierto a miles de interpretaciones. Lo leerán tal vez, un centenar de personas  ¿Cuál es la probabilidad de que de 100 personas, 10 no lo entiendan? ¿Y cuál de que de esas diez, haya tal vez una/o que lo malinterprete, al punto de tomarlo como una afirmación inmoral, una aseveración irresponsable o inclusive una indirecta? ¿Y es al menos posible que ese sujeto responda a una frase agresiva que ”sin  lugar a dudas” fue escrita para él? Haga memoria. Es posible que Ud. misma/o haya sido  en algún momento el Receptor/a  confundida/o.


6

En el espacio de la virtualidad, los Mensajes son problemáticos. Carecemos de  muchas coordenadas para comprenderlos. Y muchas veces, como Quijotes indignos, pensamos que “esa máquina de aquellas soñadas invenciones” son una Realidad que nos increpa. Ya no son Princesas y Gigantes lo que vemos, sino Fotos de Perfil, Nicknames, Informaciones de una supuesta Biografía.

Como la Botellita y la Magdalena de Alicia en el País de las Maravillas, que automáticamente provocaban sus efectos, vemos la pantalla como si tuviera escrito un gigantesco “Léeme” y nos atragantamos en una comilona de datos y frases  sueltas, para inmediatamente quejarnos del dolor de panza con una respuesta a ese mensaje que creímos comprender. Sin digerir, sin paladear, sin oler siquiera, menos aún masticarlas, como en cambio rumiaba Quevedo frente a su magra biblioteca.

No pretende ser esto una apología de los libros y un anatema de las Redes que yo mismo utilizo. Pero a veces, antes de tanta discusión virtual en que se hieren sensibilidades y personas (ocultas tras esos perfiles que no son sino ficción) podríamos hacer el ejercicio de leer en voz alta lo que la otra perdona escribió, buscarle el sentido, y también poner en voz lo que vamos a escribir, reflexionando acerca de sus alcances.

Los libros no tienen tapas con  letras para ser más bonitos o parecer más importantes en los estantes. Las tienen para que el Receptor encuentre coordenadas del Acto Comunicativo: el título del Mensaje, quién es el Emisor (autor) quién sale de garantía o se hace responsable de la calidad del mensaje (la casa editorial). Ah, también tienen tapas para  cerrarlos.

                                                                                                   Horacio Botta
                                                                                                     
                                                                                                   Montevideo, 2/ 7 / 13




                                          Giuseppe Arcimboldo El Bibliotecario


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   (1)  Este esquema desarrollado en la primera mitad del s. XX por Karl Bühler y ampliado en sus funciones por Roman Jakobson, es, claramente incompleto, y posee centenares de variables. Es por ello que digo que es básico. Puede verse más desarrollado a través del siguiente enlace .

   (2)   “Locura” discutible por múltiples razones, que no corresponde analizar aquí.

   (3)  La “Scriptio continua”, que a primera vista y en los primeros textos no estaba diferenciada en palabras y cuya lectura se dificultaba y obligaba a leer en voz alta para empezar a entender. Así, sonorizando el discurso se iba entendiendo el discurso (…) el texto era más bien una partitura que exigía una buna cantidad de desciframiento, el mejor de los cuales era hacer sonar el texto, darle vida. Y entenderlo o terminar de entenderlo “
Francisco Xavier González y Ortiz. Reseña sobre el libro “Entre la voz y el silencio de Margit Frenk (3)
     
  (6)  Ray Bradbury “Farenheit 451” Ed. Minotauro. Pág 79.

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 Enlaces:


Esquema comunicativo




Enlace hacia la imagen de Don Quijote de Gustave Doré


Enlace hacia la imagen de San Ambrosio en Wikimedia Commons


Cita de San Agustín:


Confesiones de San Agustín


Francisco Xavier González y Ortiz. Reseña sobre el libro “Entre la voz y el silencio de Margit Frenk

Sobre el llamado Oralismo Mixto, artículo de Elías Rivers.

Soneto completo en la Fundación Francisco de Quevedo


Giuseppe Arcimboldo El Bibliotecario