martes, 2 de julio de 2013

Léeme

1
Empecemos por hacer un esquema básico y clásico del Acto Comunicativo: Tenemos un Emisor que emite un Mensaje, y su destinatario es un Receptor. Por ejemplo, Ud. le propone a un amigo encontrarse a las 5 en la Plaza. Aquí, el Emisor es Usted, el Receptor es su amigo, y el Mensaje es, por ejemplo:  “Nos encontramos a las 5 en la plaza”.

¿Qué diferencia existe si la propuesta de encuentro se hace personalmente, por teléfono o por mensaje de texto?  La diferencia está en que cambia el Canal: al enviar el Mensaje, el Emisor necesita una “vía”, un camino, ya sea hablando presencialmente, por teléfono o enviando un mensaje de texto.

Ahora bien, ¿qué pasaría si el encuentro lo propone, digamos, hablando Inglés, y su amigo no habla el idioma? El mensaje no cumpliría su objetivo, porque para que exista Acto Comunicacional efectivo, es necesario que Emisor y Receptor compartan un Código.

Incluso podemos ser más sutiles: Si Ud, dice “Nos encontramos allá a la hora de siempre” y su amigo no sabe a qué se refiere con “allá”, ni cuál es “la hora de siempre” es muy probable que su amigo pida que se lo aclare. O dicho de otro modo, que aclare el Referente (a veces identificado con el Contexto)





Cuando hablamos y cuando escribimos cotidianamente, en la mayoría de los casos lo hacemos con la pretensión de decir algo (Mensaje) acerca de otro algo (Referente) a alguien (Destinatario). Obviamente, sucede muchas veces que la atención la ponemos en otras cosa que no son dicho referente. Por ejemplo, si decimos una metáfora novedosa o  un refrán, llamamos la atención sobre el Mensaje, y se genera lo que se llama Función Poética, que es lo que caracteriza a la Literatura. (1)




2


Alonso Quijano, el Hidalgo de Cervantes, vive una transformación personal que lo lleva a convertirse en Don Quijote. El narrador cuenta que su locura (2) acontece después de la lectura obsesiva de decenas de Libros de Caballerías.

"Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo" 
Miguel de Cervantes 
"Las aventuras del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Cap I


       Una de tantas interpretaciones posibles para esa demencia, tiene que ver con una confusión del Lector (el Destinatario) sobre el Mensaje: Los Libros creados entre otras cosas para deleitar y entretener con su forma y relato (Función Poética), son interpretados por Quijano como Mensajes que hablan de un Referente real (Caballeros Andantes, Princesas, Escuderos, Gigantes, Magos, etc.).

Esto lleva a Quijano a querer transformar tanto la realidad como a sí mismo, y lo hace “bautizándose” como Don Quijote de la Mancha, a su caballo enfermizo lo nombra “Rocinante” y a una muchacha de la que una vez anduvo enamorado (Aldonza Lorenzo) resuelve llamarla Dulcinea del Toboso. O sea que el personaje termina por usar el lenguaje de donde proviene su extravío para convertir la realidad en Ficción.



Don Quijote por Gustave Doré (1832 – 1883)



3


        “Cuando él leía  [Ambrosio, obispo de Milán], recorrían las páginas los ojos y el corazón profundizaba el sentido, pero la voz y la lengua descansaban. Muchas veces, estando nosotros presentes (…), le vimos leer así en silencio y jamás de otra manera. Y después de haber estado sentados largo rato sin decir nada --¿quién se hubiese atrevido a importunar a un hombre tan abstraído?”
San Agustín, Confesiones, México, Porrúa, 1982 (traducción de Francisco Montes de Oca) (Libro VI, Cap. 3).




San Ambrosio por Matthias Stomer (1600 – 1650)



          Este relato de San Agustín (354 – 430) se ha tomado varias veces para contar el hecho de que la lectura silenciosa es un asunto bastante reciente a nivel histórico. Recién se empieza a hacer común desde  finales del s XVIII o principios del s XIX, y esto aumenta con la creciente escolarización. Además, en la temprana Edad Media, las palabras no se escribían separadamente: había una Escritura Continua, que para adquirir significado debía “activarse” leyéndola como a una partitura. (3)

          O sea que la lectura era un acto que implicaba la voz. A esto hay que sumarle que en gran parte era una instancia colectiva. Podemos retomar el esquema anterior y decir que el Emisor era el autor del libro leído, el texto el Mensaje y el lector y los oyentes los Receptores, o incluso ir más allá y reconocer en el Lector un nuevo Emisor, en la medida en que se transformaba en Intermediario (Intérprete)  del Mensaje. Había consiguientes expresividad, gestualidad y ritmo que imprimía el lector, necesarios para que la audiencia escuchara adecuadamente el texto. (Y no hay que subestimar estos auditorios en su mayoría analfabetos: eran los mismos que disfrutaban de las obras teatrales de Lope de Vega, Calderón y Shakespeare).

          Expresividad, Gestualidad, Ritmo y un amplio etcétera: este ritual de la lectura colectiva,  conlleva un cuidado en la escucha, un tiempo de reflexión, el pudor de no interrumpir para cuestionar o celebrar el texto, interfiriendo así la recepción de los acompañantes.

4


           "Retirado y en la paz de estos desiertos/ Con pocos pero doctos libros juntos/ vivo en conversación con los difuntos/ y escucho con mis ojos a los muertos (...)" escribía el poeta Francisco de Quevedo en un célebre soneto. Quiero llamar la atención sobre algunos puntos.
En primer lugar, lo de "pocos" era efectivamente así. En el inventario que se hizo a la muerte de Quevedo se contaron menos de 200 libros, más casi 60 que por su letra manuscrita en los márgenes se sabe que leyó. (5)

           En segundo lugar, se elogia la calidad de los libros. Son pocos pero doctos. Ha habido un criterio de selectividad, del mismo modo que los editores, por razones diversas, también lo tuvieron.

            En tercer lugar, se habla de “conversación con los difuntos” y una “escucha con los ojos”. Evidentemente, no hay posibilidad de diálogo real, más que con lo que hay de escritura. Pero como dice Faber, el personaje de Ray Bradbury “Uno puede cerrarlos, decir “Espera un momento” Uno se siente Dios con los libros. (…) Los libros pueden ser atacados con razones” (6)

            Hablamos de tiempos en que se leía mucho, muchas veces, lo mismo. Eso generaba necesariamente un diálogo entre el lector y el  mensaje que se modificaba siempre, porque se transitaba la profundidad de la interpretación, en distintos niveles.




Hagamos un experimento: abra su página de Facebook. A la derecha, bajo los avisos publicitarios, verá un mapa cronológico de su “Biografía”.  Clickéelo hasta la fecha más antigua. Y ahora simplemente, dispóngase a leer sus “Estados”. Ud.  probablemente notará que se encuentra frente a frases incomprensibles, como escritas por otro. Es también probable que si ve esa misma frase en la página de Facebook de otra persona, tenga que pedirle una explicación para entender lo que quiso decir. ¿Cuál es el problema? El desconocimiento (en este caso por olvido) del Contexto en que fue escrita esa frase. Ud. Ignora el Referente.

Cuando ud. escribe o publica en Facebook o Twitter, es decir cuando es Emisor de un Mensaje en el extraño Canal que son las redes sociales ¿para quién lo hace? ¿Quién es el lector que espera como Receptor sus estados? ¿Sus amigos? ¿Sus contactos profesionales? ¿Y cuántos de estos potenciales receptores conocen  sus rutinas o su manera de poner a calentar el agua? ¿Con cuántos se tomó un café o una copa y discutió de deporte o política?

¿O escribe usted a manera de confesión o descarga emocional como en un diario íntimo?

No siempre recordamos que por más imágenes, emoticones o signos de exclamación que le adjuntemos, la frase  está escrita, pero no es una carta. Tiende a ser breve, pero sin el interlocutor (Receptor) presente, ni siquiera definido. Tiende a ser terminante pero sin los gestos, la entonación del Emisor. Tiende a hacer referencia a un Contexto desconocido. En suma arrojamos nuestra “declaración de estado”  a un espacio desconocido. Un mensaje abierto a miles de interpretaciones. Lo leerán tal vez, un centenar de personas  ¿Cuál es la probabilidad de que de 100 personas, 10 no lo entiendan? ¿Y cuál de que de esas diez, haya tal vez una/o que lo malinterprete, al punto de tomarlo como una afirmación inmoral, una aseveración irresponsable o inclusive una indirecta? ¿Y es al menos posible que ese sujeto responda a una frase agresiva que ”sin  lugar a dudas” fue escrita para él? Haga memoria. Es posible que Ud. misma/o haya sido  en algún momento el Receptor/a  confundida/o.


6

En el espacio de la virtualidad, los Mensajes son problemáticos. Carecemos de  muchas coordenadas para comprenderlos. Y muchas veces, como Quijotes indignos, pensamos que “esa máquina de aquellas soñadas invenciones” son una Realidad que nos increpa. Ya no son Princesas y Gigantes lo que vemos, sino Fotos de Perfil, Nicknames, Informaciones de una supuesta Biografía.

Como la Botellita y la Magdalena de Alicia en el País de las Maravillas, que automáticamente provocaban sus efectos, vemos la pantalla como si tuviera escrito un gigantesco “Léeme” y nos atragantamos en una comilona de datos y frases  sueltas, para inmediatamente quejarnos del dolor de panza con una respuesta a ese mensaje que creímos comprender. Sin digerir, sin paladear, sin oler siquiera, menos aún masticarlas, como en cambio rumiaba Quevedo frente a su magra biblioteca.

No pretende ser esto una apología de los libros y un anatema de las Redes que yo mismo utilizo. Pero a veces, antes de tanta discusión virtual en que se hieren sensibilidades y personas (ocultas tras esos perfiles que no son sino ficción) podríamos hacer el ejercicio de leer en voz alta lo que la otra perdona escribió, buscarle el sentido, y también poner en voz lo que vamos a escribir, reflexionando acerca de sus alcances.

Los libros no tienen tapas con  letras para ser más bonitos o parecer más importantes en los estantes. Las tienen para que el Receptor encuentre coordenadas del Acto Comunicativo: el título del Mensaje, quién es el Emisor (autor) quién sale de garantía o se hace responsable de la calidad del mensaje (la casa editorial). Ah, también tienen tapas para  cerrarlos.

                                                                                                   Horacio Botta
                                                                                                     
                                                                                                   Montevideo, 2/ 7 / 13




                                          Giuseppe Arcimboldo El Bibliotecario


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   (1)  Este esquema desarrollado en la primera mitad del s. XX por Karl Bühler y ampliado en sus funciones por Roman Jakobson, es, claramente incompleto, y posee centenares de variables. Es por ello que digo que es básico. Puede verse más desarrollado a través del siguiente enlace .

   (2)   “Locura” discutible por múltiples razones, que no corresponde analizar aquí.

   (3)  La “Scriptio continua”, que a primera vista y en los primeros textos no estaba diferenciada en palabras y cuya lectura se dificultaba y obligaba a leer en voz alta para empezar a entender. Así, sonorizando el discurso se iba entendiendo el discurso (…) el texto era más bien una partitura que exigía una buna cantidad de desciframiento, el mejor de los cuales era hacer sonar el texto, darle vida. Y entenderlo o terminar de entenderlo “
Francisco Xavier González y Ortiz. Reseña sobre el libro “Entre la voz y el silencio de Margit Frenk (3)
     
  (6)  Ray Bradbury “Farenheit 451” Ed. Minotauro. Pág 79.

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 Enlaces:


Esquema comunicativo




Enlace hacia la imagen de Don Quijote de Gustave Doré


Enlace hacia la imagen de San Ambrosio en Wikimedia Commons


Cita de San Agustín:


Confesiones de San Agustín


Francisco Xavier González y Ortiz. Reseña sobre el libro “Entre la voz y el silencio de Margit Frenk

Sobre el llamado Oralismo Mixto, artículo de Elías Rivers.

Soneto completo en la Fundación Francisco de Quevedo


Giuseppe Arcimboldo El Bibliotecario







3 comentarios :

  1. Recordarás que mis comentarios siempre se caracterizaron por ser sintéticos. Aquí va: Me gustó, lo leí sin interrupciones, lo disfruté y creo que algo aprendí. Por esa razón es que me atrevo a aportar algo a tu artículo, y lo hago a partir de tu observación sobre los emisores-receptores en las redes: "... [personas] ...ocultas tras esos perfiles que no son sino ficción". Imposible no pensar en Jung y sus "máscaras" cuando hablamos de los perfiles. ¿Por qué los emisores se enmascaran para aparecer en las redes? ¿Puede considerarse algún paralelismo con la construcción del narrador por parte del autor? ¿Y qué decir de los receptores? ¿No nos colocamos también nuestra antojadiza máscara cual lector que asume el caprichoso narratario que le convenga? ¿El diálogo con los vivos, es hoy menos productivo que “la conversación con los difuntos” de la que hablaba Quevedo? ¿Cómo “escuchar con los ojos” al emisor de las redes si apenas “oímos de un vistazo” sus grafías? No sé si estas preguntas pueden considerarse un aporte, pero si llegaran a generar alguna intervención, de seguro aprenderé mucho más.

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  2. Estoy totalmente de acuerdo con todo lo planteado en el artículo, y me pongo a pensar que en las redes sociales hay miles de ojos escondidos, que leen sin leer, o que estamos prendidos pero ocultos. Vaya si seremos ficción! Comentamos alguna cosa, si por casualidad, en ese momento se nos ocurrió pararnos a leer dos segundos, y nos pareció interesante o estuvimos de acuerdo con algo. Pero lo que más me impacta es cómo en las redes sociales podés ser "amigo", jugar a un juego, mandarte "energía", ya no con alguien que te es indiferente en la realidad, sino peor aún, con alguien a quien no saludarías en la realidad. Somos ficción, y como el Quijote, nos resulta más entretenido vivir ese mundo virtual antes que el real, aunque aquel personaje tenía la valentía de enfrentarse al mundo que no le gustaba, nosotros nos evadimos de él. Es terrible!!!

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