Conocí
a Sexto Propercio (aprox. 50 A.C. - 15 A.C.) a partir de las lecturas de otro
poeta, el polémico y fundamental Ezra Pound, quien en su juventud había
traducido muy libremente algunos poemas del latino. A raíz de eso, el nombre de
Propercio se me quedó en la memoria, como una referencia inquietante: si Pound
lo había traducido, si habló de él en tantos textos críticos, algo habría de
valioso o al menos de novedoso para un lector de poesía. Lo antiguo, cuando es
bueno, suele tener la capacidad de resultar siempre una sorpresa.
Una
tarde temprana, Propercio me encontró como deben hacerlo las cosas que uno realmente
desea conocer: de sorpresa, en una mesa de la Feria de Tristán Narvaja, un
ejemplar algo gastado de las Elegías Completas me esperaba. En el ómnibus de
vuelta empecé a devorarlo y creo haber leído tres de los cuatro Libros que componían
el volumen para la noche.
Es
claro, como apuré ese encuentro, por descuidado no encontré lo que buscaba. Además,
Propercio puede resultar, por sus figuradas referencias mitológicas, bastante
complicado de leer, porque obliga a recurrir a las notas a pie de página varias
veces por poema. Esto puede hacer a la lectura (no a los poemas mismos) un
ejercicio tedioso y desalentador.
Por
otra parte, la temática de Propercio es mayoritariamente amorosa, en el estilo
clásico del Amador que busca la retribución del Ser Amado. Esto también puede
hacerlo poco atractivo, en este tiempo en donde la inmensa mayoría de la gente
piensa que la Poesía es la traducción en versos del Amor, (porque no leen
poesía), y en donde los lectores asiduos del género (que suelen ser, a su vez,
poetas) reniegan del carácter sentimental por considerarlo cursi y vulgar.
Con
esa primera decepción, igual tuve que ser fiel a un principio que tengo desde hace
años: si algunos dicen que es “Importante”, algo de Importante ha de tener. Sé
que esta afirmación puede sonar conservadora y hasta reaccionaria, pero gracias
a esta confianza fue que conocí a Led Zeppelin, a Julio Herrera
y Reissig y a Charles Bukowski, por nombrar sólo a algunos.
Así
que empecé una lectura más cuidadosa. Al principio, no noté demasiada
diferencia, aunque aprecié mejor la calidad de los poemas. Hasta que llegué a
un poema, aparentemente igual al resto, pero que en sus versos finales fue un golpe
que me despertó.
Se
trata de la Elegía V, del Segundo Libro. Comienza con un reproche a la mujer
Amada, Cintia, destinataria de casi todos los poemas amorosos. Aquí, los
primeros versos son una interrogación culpabilizante, para después pasar a la
exclamación y la amenaza de abandono:
¿Es verdad, Cintia, que
en toda Roma eres difamada
y que vives en conocida
lascivia?
¿Merecí esperar esto?
Pérfida, me las pagarás,
y el viento, Cintia, me
llevará a alguna parte.
En
los versos siguientes, el reproche se vuelve inmaduro. Es la promesa de que,
entre todas las mujeres mentirosas, va a aparecer una mujer valiosa, obviamente
imaginaria, que va a apreciar lo que el enamorado tiene para dar: Fama a través
del Canto, la Poesía.
Hallaré, sin embargo, de
entre muchas falaces,
Una que por nuestro
canto quiera hacerse famosa
Y no me ofenda con duras
maneras y te provoque enojo
Luego,
el despechado recapacita, reconoce que el dolor es reciente, que es momento de
apartarse, y alecciona a Cintia para que se cuide de “dañarse a causa de su
arrogancia”.
Finalmente,
en lo que es el Clímax dela composición, el poeta desarrolla magistralmente cuál será
su “castigo” real a la Amada, empezando por decir lo que no va a hacer:
no te desgarraré los
vestidos de tu cuerpo perjuro
ni mi ira rompería tus
puertas cerradas,
ni airado osaría
arrancarte tus cabellos trenzados
ni dañarte con duras
manos:
Que algún violento,
cuyas cabeza no ciñeron las hiedras,
Busque estos combates
tan torpes.
Pero
no es el amor o el sentido común lo que impide ejercer la violencia al
enamorado. Con cierta soberbia, considera que estas represalias son torpes, indignas
de un poeta cuya cabeza fue ceñida por las hiedras como reconocimiento de su
arte. Por tanto, el Propercio del poema decide el castigo del que su talento lo
hace capaz, y que se vuelve aún más duro:
Entre tanto, escribiré
algo que el resto de tu vida nunca podrá borrar:
“Cintia, poderosa en su
belleza; Cintia, débil en palabras.”
Créeme, aunque
desprecies las murmuraciones de la fama,
Este verso, Cintia, te
hará palidecer.
El
desquite de Propercio no es, como puede parecer a primera vista, inmortalizar a
Cintia como una persona “Bella aunque tonta”, usando la fama a la que había hecho
alusión antes (cuando decía que otra hipotética mujer sí la iba a apreciar). El
desquite es, conceptualmente, mucho más profundo. Consiste en hacer lo que está
haciendo desde el inicio: transformar a la Cintia “real” en Literatura, al
punto que hoy la única Cintia que conocemos es la que construyó Propercio en sus poemas. Su arma es
el lenguaje. Y esto nos muestra a un artífice
tremendamente lúcido, consciente de que la palabra poética, aunque en primera
instancia parece “revelar” una verdad transmitiendo un contenido, en realidad está construyendo una nueva verdad.
Esto
tal vez a algunos les puede resultar evidente. Sin embargo, aunque no obvia, siempre
hay tensión entre Lenguaje y Contenidos a transmitir. El conflicto entre el deseo
de los hablantes de ser comprendidos, de “estar presentes” en lo que dicen, y
la capacidad real del medio lingüístico para permitirlo, aún no está resuelto. En
un extremo, está la afirmación de que los contenidos son intransmisibles, y puede
terminar en una angustiosa resignación a la incomunicación, el pensamiento de
la Inefabilidad propio de los Románticos.
Mientras
tanto, y sin ánimo alguno de solucionar dicho conflicto, resalto el hallazgo de
unos versos que demuestran la claridad poética de Propercio, capaz de expresar
que el Lenguaje construye una realidad específica (y que Decir, es un Hacer), y
celebro también la posibilidad sorprendente del Latino de interpelarnos como si fuésemos contemporáneos.
Horacio Botta
Montevideo 18/ 7/ 2013
“Propercio y Cintia” (circa 1815), por
Auguste Vinchon (1789 – 1855)
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Referencias:
Sexto Propercio “Elegías
Completas”. Alianza Editorial.
Traducción de Hugo Francisco Bauzá.(Utilicé esta
traducción para todas las citas)
Enlace a algunas obras del poeta,
en Clásicos Grecolatinos
Enlace a los originales en
Latín:
el desamor, el despecho, la venganza, la redención siempre van a ser universales, y por otro lado creo que uno siempre está recreando en una mezcla de acción, memoria, deseos y ansiedades. Detro de todo la poesía al ser escrita hasta es un poco más permanente que todas las demás realidades creadas y recreadas en las que vivimos
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